El asunto que nos ocupa surge de una cuestión planteada en su forma más trivial, como parte, además, de un conjunto amplio: preguntas que circulan entre adolescentes –más allá de la edad, por cierto, y por esto mismo, el interés que suscitan–:
¿Quién, alguna vez, no se ha sentido insuficiente ante alguien más?
De esta, se desprenden otras preguntas en serie; procuraremos darles respuesta, con lo que confiamos esclarecer en parte el complejo.
Ahora, lo más común es hacerse el vidente por medio de una ceguera atroz: la negación de toda razonabilidad en defensa de un supuesto espíritu democrático que, lamentablemente, equipara democracia a papanatería.
No obstante, la obviedad de la línea del primer mensaje oficial de Pedro Castillo como presidente, consideramos oportuno resaltar precisamente cuál es.
La mayoría de gente asume que sabe de qué habla cuando habla de amistad, pero una vez es requerida una definición de ella empiezan los problemas. Es el mismo caso que con el amor, la libertad, el respeto y la dignidad, términos todos que abordaremos, si bien muy de paso, en estas notas, a fin de aclarar en la medida de lo posible, la situación.
Si bien la relación entre los términos ciencia y cultura ha sido abordada en más de una ocasión, el vínculo entre cultura y espiritualismo requiere, a nuestro parecer, un tratamiento especial, conjugado al vínculo anterior, del que se desprende una serie de implicaciones de notable valor.
Vamos, en principio, por la definición de ciencia con la que trabajamos, basada sobre todo en el Materialismo Filosófico de Bueno. Así, entendemos por ciencia a una construcción humana, racional, de carácter operatorio, que por medio de categorías gestiona sistemáticamente conocimiento.
Días antes de la segunda vuelta electoral por la presidencia del Perú, circuló en medios del país, un pronunciamiento firmado por una agrupación de titulados de Filosofía que se denomina a sí misma, sin más, de Filósofas y Filósofos Peruanos. El asunto del pronunciamiento era precisamente dicha etapa del proceso electoral.
En ejercicio del pensamiento crítico, para nada circunscrito a una escuela profesional, aprovechamos la ocasión para compartir algunos reparos elementales al sistema académico del que brotan expresiones de este tipo. Es decir que tomaremos la publicación del colectivo en cuestión como manifestación ejemplar de la falta de rigor en estudios que debieran lucirla.
Entendemos por libertad a la fuerza con la que un sujeto opera en relación a otros sujetos, contra ellos, en una sociedad; dicho de otro modo, como la fuerza manifiesta en la capacidad de operar contra la capacidad de otros en un entorno normado. De forma que, para ser libres, primero hay que ser sujetos, formar parte de una sociedad. Desde luego, hay grados de libertad, estos dependen de cuánto puede hacer uno en una sociedad, al amparo normativo; es decir, bajo de su gobierno. Y entendemos por gobierno la administración de la libertad en una sociedad organizada.
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