La labor, dices… ¿Qué preguntas te importan sobre ella?
Las que tratan del proceso… Pero eso nos llevaría obligatoriamente a hablar de color, textura, forma…, del gesto en la aplicación del pigmento, la influencia exterior, etcétera.
Hablar y hablar…
(La mano va a la copa…
Las frases, oraciones, entendido el asunto de la experiencia, del proceso en sí, pueden resultar… en una estela, apenas: notas pobres. El silencio vuelve a hacer lo propio, entretanto.)
Tus pinturas, como producto, digamos, dicen lo suyo con suficiencia, transparentan esa historia, que, como todo proceso de formación, implica violencia. Pero hay algo antes –como antes de la gran poesía, bien dice Auden, hay grandes silencios–…
¿Qué fuentes que no corresponden a la pintura nutren tu labor?
Definitivamente, la música es parte esencial en el momento de creación. En el caso de los rostros, todos sin excepción los pinté escuchando a Vic Chesnutt; si oyen sus temas y contemplan mis rostros verán que andan, digamos, afinados. A veces me gusta pensar que soy un músico que aprendió a tocar con colores…