Donde se pierde la mirada: Conversación con Isaac Pelepko

Con Juan Pablo Torres Muñiz

[Traducción por Roberto Zeballos Rebaza]

Miradas perdidas, decimos. Lo que se cuece por dentro, bien podría ser tomado como asunto aparte, cosa particular de cada quien, pero lo cierto es que los otros nos ven mirar y nuestra mirada, incluso la más disimuladamente extraviada, siempre que haya testigos, comunica algo, dice mucho de la situación de uno mismo.

Conversamos con Isaac Pelepko, que nos plantea desde esta cuestión, la de la persona como límite entre un ámbito interior y uno exterior, un espectro de posibilidades particularmente amplio. Provoca… entre la experiencia estética, siempre particular, y lo que, en el arte, en la poética, claramente nos congrega a todos.

Acaso en la tensión del silencio de cada escena asoma la clave: ahí donde se extravía la atención de los personajes desembocamos más propiamente en un momento que un lugar; y, sin embargo, también, se trata de una suerte de región transparente. El espacio para la figuración más arbitraria.

Siento que mi obra se divide en dos grandes grupos; uno, de un realismo más auténtico, que consiste básicamente en retratos y figuras, en los que se pone énfasis en la belleza y la técnica; el otro, tiene que ver más con lo narrativo, es más expresivo y experimental en el estilo, con menos énfasis en “lograr un buen dibujo”.

Algunas de estas obras presentan un tema más oscuro y ofrecen una perspectiva satírica. Pienso que el humor es importante y quisiera expresarme con él siempre, o al menos en la mayoría de mis trabajos.

En efecto, brilla el toque irreverente.

Ciertamente, la obra debe desafiar conceptos de entre los más sólidos y mejor asentados en una sociedad. No siempre ni mucho menos únicamente los más populares; esto último es fácil, incluso más allá del arte.

Mitos y leyendas, invenciones que inventan causas o explican supuestos acontecimientos en un tiempo circular, sobreviven aún hoy, en muchos casos, ajenos a un marco de interpretación considerable, como parte de un folclore, apenas. Su narrativa, despojada de significado real, abierta a cualquier interpretación, queda a merced del tiempo, del aliento de quienes le dan vida. En este marco cobran vida tus personajes. Cosa aparte es qué piensan, tanto de lo que los rodea como de cuanto, acaso, cabe como aporte del espectador más allá del cuadro, de la realidad.

No estoy seguro de lo que quiera decir, por ejemplo, Literatura de la imagen, pero probablemente respondería que no a expresarme por medio de ella. Para mí creer en algo tiene que ver siempre con un flujo.

Hablar de flujo implica un sentido, por sinuoso que sea.

Al tiempo de los mitos y leyendas, al de los libros sagrados, sigue el de la ficción. Con ésta se reconoce, al fin, que el tiempo sigue hacia adelante, fuera del círculo de la supuesta inmortalidad; empieza así, propiamente el tiempo del hombre civilizado. En las sociedades con literatura dejan de producirse, definitivamente, textos sagrados.

El arte se abre camino como nueva forma de cuestionamiento de la realidad, a partir de la misma realidad material, de una tradición, que atiende y, en parte, traiciona.

Por mi parte, voy atrapando un montón de información sensorial, de entre todo lo que hay alrededor. Siento que se cuela a través de lo inconsciente en mi obra.

Esta, por otro lado, se nutre definitivamente de la vieja pintura occidental, principalmente, del Manierismo, Barroco, Rococó y bastante del siglo XIX francés. También de la televisión, de dibujos animados y películas de Disney, videojuegos e historietas.

Cosas, hechos, sucesos. Atraviesan al artista y éste, luego, tiende el haz de su visión en la obra.

Los objetos, en tu obra, de herramientas a juguetes, entre huesos y plantas, y mucho, mucho más, invitan, ora por acumulación, ora por disposición en cada cuadro, claramente, una y otra vez a la cuestión de adónde vamos a este paso, entre tanta confusión, entre el delirio y la cordura, que se nos escapa…

Tal parece, por otro lado, que la variedad técnica a tu alcance permite llevar más allá todavía la misma pregunta…

El desarrollo de mi estilo tiene más que ver con muchos años de dibujo figurativo; no obstante, diría que los recursos digitales han incrementado el conocimiento de más temas y permiten el fácil acceso a referencias que hace posible un material más creativo.

Es así que cada cuadro cobra consistencia, claro.

Es curioso, por otra parte… Como si tu propia materialidad hiciera sombra sobre el llano del presente. No hay explicaciones, pero sí elementos suficientes para desarrollar cada quien, en el marco de las referencias míticas y populares, una interpretación singular que explica esas miradas perdidas…

Sí… Por qué estoy pintando esto, de dónde proviene tal o cual imagen. Las ideas parecen provenir del éter y no estoy seguro de ellas, muchas veces. En ocasiones es algo totalmente estético. Solo quiero hacer una bella fotografía, pero en otras ocasiones tengo más preguntas acerca del origen.

Le preguntaría siempre a alguien más para que ayude a contestar. A un buen observador: ¿tú qué piensas? Pero en general me gusta más el disfrute de la experiencia visual. Que las preguntas se las responda cada quien por sí mismo.

Una vez dispuesto el marco referencial: entre la alegoría y el retrato descarnado, con la duda concentrada en los ojos de aquel que, sin mirarnos nos interpela, bien claras las coordenadas de la materialidad de la que surge la obra, para volverse a enfrentarla, pues bienvenida la razón particular…

El lienzo convoca… desde el silencio…