De ámbitos y de luz: Conversación con Damian Siqueiros

Con Juan Pablo Torres Muñiz

Hablar de arte, del ejercicio mismo por el que se da la invención de una obra, lo que comúnmente se tiene por creación o, simplonamente, por producción, equivale a hablar, en todo caso, de exploración. Esta exploración se da a través de un determinado lenguaje, o de varios. Verbal y gráfico. Audiovisual. Etcétera…

Se parte de territorio conocido para adentrarse en uno desconocido, no obstante con  propósitos bien claros o una fuerte intuición. Y con frecuencia el explorador encuentra su voz para expresar lo que no sabía que quería decir, hasta que la articulación, la invención hubo cobrado forma ante él sin que tuviese del todo claro cómo.

La propuesta de Damian Siqueiros se presta bien al diálogo. Conversar con él mismo, explorar a su lado el territorio de su obra, viene de lo mejor.

No todos los proyectos son iguales y por tanto no comienzan de la misma manera. La manera más sencilla de verlo es dividir los proyectos en tres: a corto plazo y experimentación, comisiones, y a largo plazo o de exploración profunda.

Los proyectos a corto plazo se basan en la exploración sin expectativas sobre el resultado. Puede ser una primera colaboración con otro artista o experimentar con una técnica nueva. Estos proyectos se inspiran de referencias más inmediatas, arte, imágenes, sonidos o texturas a mi alrededor.

Las comisiones son proyectos que son ideados por alguien más, con diferentes grados de especificidad. En general no sólo ejecuto una idea, siempre hay algo de mí. Pero entiendo que mi experiencia y creatividad están al servicio de la visión de alguien más. La preparación depende del proyecto, pero siempre intento ser cuidadoso en tener una buena pre-producción.

Entre la experimentación y la aplicación de métodos probados.
¿En qué medida la exploración constituye el ejercicio fundamental de la escritura? ¿En qué medida las obras de arte constituyen en sí mismas, manifestaciones de una exploración personalísima?

Lejos de afirmar que toda producción artística se dé siempre a través de una única forma, ni mucho menos señalar que a esta se deben, exclusivamente, todas las obras de arte auténtico, se trata de apuntar hacia la probable clave de su generación, claramente diferenciada de labores artesanales, de simples reproducciones o, sin más, propuestas impostadas que, debido a este mismo carácter resultan insignificantes: de elocuencia en extremo limitada o, sin más, carentes de contenido, aunque pueda parecer lo contrario.

Los proyectos de exploración profunda son los que requieren preparación más minuciosa. Aquí mi inspiración proviene de temáticas más complejas, las que necesitan también más tiempo para la exploración personal. Por lo común, están relacionadas con temas sociales.

Tengo que hacer investigación teórica y formal por meses o incluso más, mientras desarrollo otros proyectos de corto plazo. No se trata de planear las imágenes al punto de sofocar la espontaneidad, sino de crear un ambiente en el que las directivas sean lo más claras y coherentes que sea posible con el tema.

Cada sesión de fotos es una conversación con la persona que está delante de mi lente. Uno puede planear esas conversación pero no puedes controlar el resultado o las respuestas de la otra persona. Cuando uno ha formado una relación con un(a) modelo; cada disparo es como tomarte un café con un amigo.

Este balance suele darse, como en general pasa con todo equilibrio entre sentido y plenitud, no por cuota par y simultánea, sino por tino en la oportunidad. Resulta especialmente interesante que refieras a la preparación en la que, con rigor, cobra forma el marco en que tiene lugar, después, la situación misma de comunicación con los modelos.

Como todo proceso en apariencia sencillo, requiere de mucho más de lo que a simple vista parece obvio. Así se distingue sencillez de simpleza, y complejidad de complicación.

Evito la complicación. En eso consiste el trabajo de pre-producción. Eliminar los elementos de la creación que puedan complicar el proceso. 

La sencillez entendida como superficialidad tampoco es un elemento que cuente. Siempre hay ideas detrás.

Entiendo sencillez como economía de elementos, lo que no necesariamente quiere decir minimalismo, sino eliminar aquellos elementos que no sean esenciales a la construcción de la imagen. Intento que todas mis imágenes sean consistentes. Y la complejidad se construye a través de la suma de esas simplezas, paso a paso. Esto me permite abordar temas complejos de manera responsable.

La construcción de lo significativo, que, como decíamos, tiene algo de descubrimiento. Con frecuencia, se dice en escritura que es imposible asombrar a un lector sin transmitir una cuota de asombro propio, del que surge, en efecto, a través de la misma elaboración de la obra. Esto calza con la fotografía, tal cual la tratas, lo que resulta lógico, habida cuenta que –de vuelta al tópico–, se trata en todo caso, del uso de un lenguaje.

Pero he aquí que la exploración toma el vuelo que requiere para ser tomada como labor de arte en plenitud: En este punto, el uso del lenguaje traiciona, en parte, no solo las convenciones de este, sino su lógica; desemboca en una suerte de transmisión, efectivamente a través del lenguaje, pero también por detrás de este e incluso, contra este. De lo que se dice bastante, sobre todo en poesía.

Con base en lo consciente, sin embargo, ¿de qué suele discurrir la planificación? ¿Y adónde deriva como llevada una y otra vez por la misma voluntad silente?

La equidad de género, la regeneración ecológica, los derechos de personas de comunidades minoritarias, la equidad social en general, la belleza como concepción humana, la danza, el cuerpo humano, la empatía, la compasión…

¿Y de dónde abreva?

No creo que haya un límite… Ni siquiera tiene que ser arte aquello de que se nutre mi trabajo o le sirve de inspiración. Dicho esto, creo que se puede subrayar el rol de la danza, lo mismo que el de la música, la literatura y el cine, principalmente.

La danza es para mí un vehículo para explorar temas complejos a través de la implicación completa del cuerpo humano. Me inspiro en el lenguaje del movimiento, lo que hacen los coreógrafos con los que trabajo para una expresión plena a través de él, merced de mis fotos.

La música me ayuda a determinar un ambiente, sentimientos que no tienen nombre. La literatura me ayuda a articular mis ideas. El cine me inspira de manera más precisa; se relaciona más cercanamente a mi medio.

Son ciertas imágenes las que me conmueven y terminan apareciendo de alguna manera en mi trabajo.

Efectivamente, hay ecos…

Olafur Eliasson, Amy Sherald, Tim Walker, Shona Heath, por otro lado, Sidi Larbi, Andrew Skeels, Virginie Brunelle, Pina Baush, Akram Khan, Kyra Green. Ideas de Herman Hesse, David Grinspoon o Yuval Harari. Eso, aparte lo de Barry Jenkins, Joe Wright, Wes Anderson, y Björk, Max Richter, Sigur Ross o Patrick Watson… 

A partir de estos nombres, que sin duda ceden su lugar a otros según el momento, surgen preguntas. De hecho, todo trabajo que busca cuestionar, enfrentar al espectador o al lector, si se quiere, y llevarlo a una exploración personal, análoga a la de la invención, debe poner en juego cuanto tiene a mano como clave común: lo activa por medio de la imagen, en su universalidad…

Creo que cualquier obra es un espejo y de esa reflexión vienen las preguntas. Es difícil decidir por los demás. Disfruto cuando la gente me pregunta por el concepto, planteando uno, más que por la técnica.

¿Qué viene ahora?

Estoy trabajando en mi serie Terra Sapiens. Un proyecto dedicado a la regeneración y sanación de ambientes ecológicos y sociales. 

Esta exploración me ha llevado a expandir los límites de mi fotografía, tanto en el proceso de concepción como en cuanto a su presentación. También me ha llevado a explorar otros medios como la instalación, el vídeo y la escultura.  

Esté proyecto se concentra en la representación de futuros viables, inspirados en trabajos por colaboración con científicos, artistas, productores, diseñadores, etcétera.

Un nuevo salto…