Tanto con la fotografía analógica, como con la más moderna, cuyo tratamiento digital permite hablar de muchísimo más que capturas en principio, el enfrentamiento entre visiones, la del autor, de una parte, y la del espectador, por otra, habida cuenta la inmediatez y fidelidad que justifica el uso de la tecnología, implica un grado de violencia elevado y, por ello mismo, decisivo.
Desde luego, hay propuestas y propuestas. Tatiana Rivero nos enfrenta desde hace años a sus modelos en una suerte de juego de espejos en el que la soledad hace eco dentro y fuera de la obra.
En su conversación, Ana impresiona, siempre. Su natural cordialidad impide en todo caso que las confrontaciones, siempre significativas, que ocasionan sus lienzos, de las que vertimos buena parte en cartas y notas, dejen de ser en todo momento, oportunidades de conocerse más uno mismo.
Las coincidencias a propósito de los enfoques (en sus niveles más comprometidos y, quizá también, comprometedores) o, más precisamente, respecto los términos empleados a su desarrollo, en lugar de favorecer un diálogo veloz, de abundantes ideas en ágil sucesión, de liberar las voces en torrente –habida cuenta, además, la confianza que inspira–, nos aproximan a la artista en cita común con el silencio: de vuelta ante los elementos reconocidos, los puentes a la evocación común, revelación de sus cuadros…
Citas, enfrentamientos: Sobre los rostros de Jhonathan Quezada Por Juan Pablo Torres Muñiz Las series, en general, se sostienen por la fuerza del motivo; éste justifica, en buena medida, la justa repetición de un objeto y explica, por supuesto, la…