La crítica no suele ser bien vista; no lo ha sido nunca, pero hoy menos que nunca. En las escuelas se habla de pensamiento crítico, pero casi no se lo practica: muy pocos profesores son capaces de diferenciar opinión de crítica, y la crítica en sí misma se opone frecuentemente al modelo complaciente de la educación personalizada, tan en boga. Se habla también de crítica positiva o constructiva, de una parte, y de crítica negativa, por otra, nada más en el afán de complacer, por evitar herir sensibilidades, sin ninguna base racional, por flagrante ignorancia del significado de los términos. La amplísima mayoría de gente ha adoptado en conversaciones dizque serias, un conjunto de términos cuyo significado desconoce y asume que, en última instancia, todo mundo se entiende apelando a conceptos más bien vagos, reduciendo, jibarizando complejos racionales a supuestos sentimientos; así, se oye aquí y allá que si la paz y la humanidad, que si lo espiritual y lo indefinido, en general, y que si el amor y el pueblo y la revolución, y un largo etcétera. Nada de crítica.
Últimamente se habla igual de mitos que de ciencia, si no más. Ahí tenemos mitos urbanos, aparte los mitos antiguos… y de estos últimos, se dice que contienen verdades de sabiduría ancestral.
Pero ¿qué son los mitos?, ¿y qué tan cierto es que contienen conocimiento aprovechable?, ¿de qué modo, en qué medida y para qué?
¿En qué medida es apropiado aseverar que las edades en que se da la adolescencia efectivamente han variado? ¿Cabe afirmar que hoy la adolescencia se extiende hasta entrados los treinta años, como afirman enorme cantidad de sitios web de supuesta difusión científica? Antes, por tanto, ¿de qué se adolece en la adolescencia? ¿Merece más respeto quien madura que quien no lo hace? ¿En qué consiste madurar y de qué forma reviste a quien lo hace de dignidad? ¿Y qué hay en realidad de la juventud? ¿Cuándo empieza y cuándo termina? ¿Cuándo madura uno más allá de lo físico solamente, si es posible, y de qué forma se establece la relación entre esta madurez y la personalidad?
De concentrarnos en la publicidad de las redes sociales, de basarnos en la clasificación de ésta en medios de comunicación, en general, habría que admitir una oferta educativa enorme y de variedad sorprendente, mayor que nunca, pero más allá de las posibilidades mismas que la tecnología va abriendo: en lugar de nuevas alternativas en relación directa con plataformas y respecto de la aplicación de nuevos medios, solamente, aparecen cursillos, seminarios, talleres y conferencias, entre otros, respecto de los más variados quehaceres, tanto manuales, en su sentido más elemental, como digitales, en su sentido más moderno; actividades consideradas antes sólo pasatiempos cobran hoy, merced del nivel de experticia que prometen los capacitadores, nivel de profesiones y oficios. Micro jardinería, pintura al agua sobre cartulina, diseño y animación gráfica por medio de aplicaciones, maquillaje con pigmentos extraídos de productos reciclables, y ni qué decir de supuestas vías de exploración espiritual, formas de ahondamiento en el supuesto conocimiento de las propiedades de variedad de piedras, cuarzos, hierbas, aguas, aromas, de manejo de inventos artificiosos como la llamada “marca personal”, así como de orientación y motivación para uno mismo y para los demás, tipo coach, hay de todo… y de tal totalidad, mucho de nada.
No hace mucho, la idea de ir de excursión a una región desconocida de bosque tupido sin equipo adecuado, aparte la vestimenta, sin llevar como mínimo un puñal o una navaja de usos múltiples, cantimplora, repelente, y ni qué decir de una brújula, le hubiera parecido a la amplísima mayoría de gente simplemente una locura. Por supuesto, será preferible la mejor tecnología, en caso se cuente con ella. Una hermosa lanza nativa sí que sirve, pero no como muchos otros instrumentos producidos después. Hoy en redes, sin embargo, es muy probable que nos topemos con un importante número de personas que sostengan que, para conquistar la jungla, basta creer que se puede, o sea, nada más creer en uno mismo, y salir dotado de flores de Bach, o inciensos, o inclusive sin eso, pero con los chacras debidamente alineados.
El asunto que nos ocupa surge de una cuestión planteada en su forma más trivial, como parte, además, de un conjunto amplio: preguntas que circulan entre adolescentes –más allá de la edad, por cierto, y por esto mismo, el interés que suscitan–:
¿Quién, alguna vez, no se ha sentido insuficiente ante alguien más?
De esta, se desprenden otras preguntas en serie; procuraremos darles respuesta, con lo que confiamos esclarecer en parte el complejo.
Ahora, lo más común es hacerse el vidente por medio de una ceguera atroz: la negación de toda razonabilidad en defensa de un supuesto espíritu democrático que, lamentablemente, equipara democracia a papanatería.
No obstante, la obviedad de la línea del primer mensaje oficial de Pedro Castillo como presidente, consideramos oportuno resaltar precisamente cuál es.
La mayoría de gente asume que sabe de qué habla cuando habla de amistad, pero una vez es requerida una definición de ella empiezan los problemas. Es el mismo caso que con el amor, la libertad, el respeto y la dignidad, términos todos que abordaremos, si bien muy de paso, en estas notas, a fin de aclarar en la medida de lo posible, la situación.
Si bien la relación entre los términos ciencia y cultura ha sido abordada en más de una ocasión, el vínculo entre cultura y espiritualismo requiere, a nuestro parecer, un tratamiento especial, conjugado al vínculo anterior, del que se desprende una serie de implicaciones de notable valor.
Vamos, en principio, por la definición de ciencia con la que trabajamos, basada sobre todo en el Materialismo Filosófico de Bueno. Así, entendemos por ciencia a una construcción humana, racional, de carácter operatorio, que por medio de categorías gestiona sistemáticamente conocimiento.
Días antes de la segunda vuelta electoral por la presidencia del Perú, circuló en medios del país, un pronunciamiento firmado por una agrupación de titulados de Filosofía que se denomina a sí misma, sin más, de Filósofas y Filósofos Peruanos. El asunto del pronunciamiento era precisamente dicha etapa del proceso electoral.
En ejercicio del pensamiento crítico, para nada circunscrito a una escuela profesional, aprovechamos la ocasión para compartir algunos reparos elementales al sistema académico del que brotan expresiones de este tipo. Es decir que tomaremos la publicación del colectivo en cuestión como manifestación ejemplar de la falta de rigor en estudios que debieran lucirla.