Arsenal básico: Breve introducción a las operaciones intelectivas
Por Juan Pablo Torres Muñiz
A la escuela, los estudiantes debieran asistir para aprender a razonar, a manejar criterios por medio de los cuales es posible abordar la realidad por raciones, operar en ella efectivamente, contribuir y ser retribuidos por su sociedad. Ya que no es posible sentir ni emocionarse sin razonar, ni razonar sin comprometer emociones, ni ninguna de las dos sin comprometer nuestra corporeidad, ser racional implica no solo gestionar aprendizajes académicos, sino también materiales corpóreos y nuestras emociones. Todo esto lo hacemos empleando conocimientos de distintas categorías, las que se corresponden con las ciencias y otras disciplinas. Estas, a su vez, calzan en las asignaturas de enseñanza en la escuela.
Las formas de razonamiento de las distintas ciencias y otras disciplinas no siempre coinciden; con frecuencia, incluso, se contraponen. Sin embargo, hay operaciones que se aplican del mismo modo en todas ellas, si bien sus productos varían precisamente acorde los materiales con los que operan.
Para entender esto es indispensable partir, siguiendo a Gustavo Bueno, en su Teoría del cierre categorial, del hecho de que una adecuada clasificación de las ciencias y otras disciplinas debe partir, no del método que usen, ni mucho menos de variedad de ellos, sino de los materiales que cierran el campo de operaciones que se realizan en ellas; así, por tanto, la química es una ciencia que opera con elementos químicos; el derecho, con normas y sistemas de previsión de conductas; y la teoría del arte, conforme aquí la exponemos, por ejemplo, con materiales artísticos: autor, receptor (intérprete de la obra para sí mismo), la obra de arte (inteligible y elocuente), y la institución crítica (que interpreta la obra para otros sujetos), entre otros casos. Por otra parte, si nos acogemos a la costumbre de referirnos al método científico como indicador de que ciertos estudios constituyen o no una ciencia, veremos que podemos aplicarlo a variedad de asuntos sin que de esto obtengamos efectivamente ninguna certeza, ni mucho menos; verbigracia, el caso de la angelología o la astrología.
Veamos ahora qué son precisamente las operaciones intelectivas.
Operaciones intelectivas
El término operación proviene del latín operatio, que quiere decir acción y efecto de realizar una labor. Se compone de los términos opus (‘trabajo’), con la terminación are, con la que se forman los verbos, y el sufijo ción (‘efecto o acción’). En el caso que nos ocupa es especialmente importante reconocer la operación como un acto material, es decir, de intervención sobre la materia en sus tres géneros: corpórea, sensible-psicológica y racional.
El término intelectivo proviene del latín tardío intellectivus, derivado a su vez de intellectus, vocablo que también dio origen a inteligencia, intelecto e intelectual; se refiere específicamente al ejercicio de la inteligencia. En nuestro caso, refuerza la idea de operación con los conocimientos y las ideas como material que se manipula mentalmente, a nivel abstracto.
Por lo tanto, las operaciones intelectivas son acciones con las que se realiza, se materializa un producto del intelecto: un nuevo conocimiento a partir de los anteriores, resultado de su conexión y relación en formas específicas, por medio de ideas. A propósito, conviene recordar, aunque muy de paso, que las relaciones son vinculaciones entre dos objetos (cosas, hechos o sucesos) que se explican con base en criterios preexistentes: tamaño, magnitud, intensidad, valor, etcétera; de manera que dos objetos se relacionan en función, siempre, de algún criterio, y no sin él. Asimismo, que las conexiones son vinculaciones directas entre dos objetos (cosas, hechos o sucesos) que generan, por el hecho de darse, porque efectivamente se dan en la realidad material, razones de su misma vinculación, sin que medien previamente criterios comunes; funcionan, en tal sentido, como referentes elementales de razón, por sí mismas. Por último, que las ideas son redes de conexiones y relaciones que se tejen entre contenidos conceptuales.
Ahora bien, es común que la mayoría de docentes hable de la Taxonomía de Bloom o del conjunto de Términos de Instrucción (del Programa de Bachillerato Internacional, IB) para referirse a esto que nos ocupa. Pero la famosa Taxonomía de los Objetivos de la Educación, del psicólogo Benjamin Bloom, aparte de ser citada casi siempre de oídas o de cuadros resúmenes traducidos, no contiene en su versión íntegra definiciones claras de las operaciones como tales, y su clasificación de estas, así como sus explicaciones de los distintos dominios de conocimiento, como los llama, acusan una excesiva simplificación, aparte falta de evidencia empírica suficiente, la que, dada la naturaleza del estudio, es de exigir. Por otro lado, el catálogo del Programa de Bachillerato Internacional enumera sí, las operaciones, pero como simples términos que refieren a instrucciones cuyo modo de realización no se esclarece con precisión. Ambas referencias son aprovechables, sin duda, pero hablar, en cambio, de Operaciones Intelectivas nos permite devolver este conjunto de acciones al ámbito del ejercicio racional y aplicarlas con mayor precisión en el ámbito material del que las ciencias y otras disciplinas disponen.
A continuación, definiremos y explicaremos algunas de estas operaciones, en específico, las que se vinculan de forma más directa con la exposición del llamado pensamiento crítico.
Hasta el momento, hemos referido ya, aunque de forma indirecta, a dos: la relación y la conexión, de modo que no volveremos sobre ellas. Por otra parte, baste decir, en cuanto a la experimentación, que es la operación intelectiva que consiste en la aplicación de otras operaciones previas, con materiales previstos, en un entorno controlado, a fin de verificar resultados previsibles; y que se diferencia de la generación de experiencia en que esta se desarrolla con la rearticulación de los conocimientos adquiridos directamente por medio de la vivencia; por lo tanto, no cuenta con experiencia quien vivió algo, sino quien, luego de haberlo vivido, lo reconstruyó, replicó o narró, al menos, convirtiendo el torrente de estímulos de la realidad en material manipulable a nivel abstracto.
Presentamos esta lista de operaciones intelectivas agrupadas de acuerdo con la atención que implican de la realidad, a la constitución del mundo como ámbito ordenado de definiciones, conceptos e ideas, y a la forma en que se relacionan con otras operaciones más complejas; este orden permite reconocer, además, su gradualidad de desarrollo:
Para la disposición y uso de la atención en relación con la realidad
Observación: Operación intelectiva que consiste en mirar y seguir con detenimiento una cosa, un hecho o un suceso, procurando la mayor atención posible a su constitución como tal, según sea el caso; es decir, a los detalles que lo configuran como lo que es: una cosa, un hecho o un suceso determinado y no otro. Se trata de mirar algo cuidadosamente para poder, luego, reconocerlo.
Reconocimiento: Operación intelectiva que consiste en manifestar el conocimiento previo de una cosa, un hecho o un suceso a partir de experiencias previas con ello. Así, el reconocimiento se da porque resulta clara al observador la aparición de determinado objeto (cosa, hecho o suceso) del cual conocía previamente.
Identificación: Operación intelectiva que consiste en reconocer una determinada cosa, hecho o suceso a partir de una imagen previa, inexacta, o de conexiones y relaciones conocidas previamente. En este caso, como vemos, no re-conocemos algo, sino que establecemos una identidad a partir de coordenadas, rasgos u otras cualidades que nos permiten distinguirlo.
Sirva como ejemplo, el siguiente: Alguien que nada más ha leído la descripción detallada de un mirlo, puede identificar un ejemplar de esta especie de ave de entre otras posadas junto con ella en un mismo árbol; aunque no haya visto antes una imagen del pajarillo negro, puede dar con su identidad gracias a la correspondencia de rasgos de la descripción.
Para la conformación de un mundo operativo
Definición: Operación intelectiva que consiste en señalar respecto de algo, la categoría a la que pertenece o su género próximo, y su diferencia específica. La definición es un término de términos cuya construcción implica una referencia categorial gracias a la cual es posible discutir y, sin la cual, plantear tan siquiera el diálogo resulta imposible. No es posible intercambiar conocimiento sobre algo que no se sabe qué es. Es indispensable, para un intercambio de ideas fértil, fructífero, ponerse de acuerdo respecto de las definiciones que se pondrán en juego, ello se debe a que hay distintas definiciones de acuerdo con el campo de conocimiento cuya perspectiva se aplica al objeto en cada caso. Ahora bien, esto no obsta a que contemos, en definitiva, con definiciones básicas, elementales, de uso común, que apenas necesitan revisión al paso de una disciplina a otra, ni mucho menos de un enfoque a otro. Advertimos, sin embargo, que en un medio en el que cunde el relativismo, el subjetivismo, el idealismo y la fragmentación arbitraria, propia del postmodernismo, hasta las más básicas definiciones deben ser repasadas, so riesgo de encontrarnos con absurdos del tipo: «pues para mí, cántaro significa aquello o esto otro», sin razón alguna.
Veamos unos cuantos ejemplos de definición:
- Un bolígrafo es un instrumento manual de escritura que funciona al verter tinta de forma controlada, por medio de una billa en su punta. Esta definición se corresponde con el nombre mismo del instrumento: bolígrafo; además, permite diferenciarlo con claridad de un plumón, de un lápiz o de un pincel, entre otros instrumentos o útiles de escritorio.
- Un abogado es un profesional titulado autorizado para el ejercicio de gestiones legales en favor de sus clientes, ante las autoridades competentes, o para integrarse al sistema legal de un estado, en gestiones del mismo tipo.
- El arte es, conforme a la teoría crítica del arte expuesta en Saro, la situación comunicativa en la que se conjugan los siguientes materiales: de una parte, el autor (de la obra de arte en cuanto texto); de otra, el lector (porque en todo caso atiende, entiende e interpreta para sí la obra, como texto); por otro lado, la obra de ficción (texto elaborado por la aplicación de competencias intelectivas del autor, a través de un lenguaje específico, técnico, y que en lugar de transmitir información, solamente, ofrece una visión particular de la realidad elocuente en su sentido, con la que puede enfrentar dialécticamente al lector); y, finalmente, el marco institucional (que valida la obra como material cuestionador de la realidad, también material, en un tiempo y lugar determinados; es decir, en situación, además de circunstancias políticas).
Conceptualización: Operación intelectiva que consiste en componer, a través de conexiones y relaciones, un tejido coherente de imágenes, signos y símbolos en torno a un término en particular. Así, un concepto comprende el conjunto de cosas, hechos y sucesos representados en imágenes, signos y símbolos que agrupamos en torno a un término, con todo su predicamento; y, en tal sentido, como vemos, agrupa ideas.
Por lo tanto, el concepto que tenemos respecto de un asunto en particular dependerá directamente de nuestro conocimiento general y de la capacidad que tengamos de relacionar, entiéndase «inter-ligar» o «inter-leer» variedad de materiales en torno a un término. La conceptualización se construye a partir de definiciones, pero se expande para dar justa medida a nuestro mundo.
Al respecto, conviene aclarar a qué nos referimos con mundo en este caso. El término proviene del latín mundus, que significa ‘ordenado, dispuesto con armonía’; de lo que se desprende, en general, que es el conjunto de cosas, hechos y sucesos con nombre propio, con un lugar dispuesto en el conjunto general de cuanto, así, a través de términos propios y relativos, conocemos y, por tanto, dominamos, podemos disponer de ellos. El mundo de una persona que sabe más es más amplio que el de alguien que sabe poco; la imaginación opera como proyección de imágenes preexistentes, de modo que depende también de nuestros conocimientos previos, pero, a la vez, de nuestra capacidad de operar con ellos para generar nuevo conocimiento o más posibilidades de este.
Cuando consultamos a un estudiante por el concepto que tiene de tal o cual tema, por ejemplo, incluso el que tiene de tal o cual figura pública o persona en particular, apelamos a su capacidad de evocación de la mayor cantidad de información conexa y relativa a ella, así como a la que tiene de sintetizarla y generar una imagen lo más precisa posible del sujeto u objeto por el que le consultamos.
En la escuela, los docentes enseñan su conocimiento específico para que los estudiantes puedan, con él y a través de él, ampliar su mundo propio. La gestión de nuevo conocimiento permite, a su vez, la ampliación del mundo de todas las personas de una sociedad en su conjunto. Las ciencias y otras disciplinas de corte científico lo hacen directamente, mientras que la filosofía y las artes lo hacen sin aportar conocimiento, sino cuestionando el mundo del que surgen, desafiando sus límites, obligando a su reestructuración y a la contemplación de nuevos horizontes para él.
Tematización: Operación intelectiva que consiste en reconocer un concepto como objeto de discusión debido al abordaje que de él hace un texto o se da en un contexto determinado.
Para entender bien esto, debemos partir del hecho de que nuestros conceptos, como ya fue dicho, dependen de múltiples circunstancias; en definitiva, dan cuenta de la amplitud y profundidad de nuestro mundo, varían con el tiempo y, a través de la razón, deberían ampliarse. Pero ¿qué remece sus bases y nos obliga a cuestionarnos sobre la certeza de dichos conceptos, y nos lleva a razonar de nuevas formas para ampliar nuestro mundo desde nuevos conceptos? La respuesta es: el cuestionamiento proveniente de la realidad material y del arte (en tanto situación comunicativa cuestionadora).
Cuando nosotros asistimos al cine, por ejemplo, con un concepto más o menos claro de algo y la película nos obliga a replantearnos dicho concepto, acaso por insuficiente, inclusive por equivocado, entonces podemos afirmar que hemos dado con un tema planteado por el filme. Del mismo modo, si nos vemos envueltos en circunstancias que hacen inservibles los conceptos que teníamos previamente, si nos vemos atrapados en un lío irresoluble por el modo en que lo concebimos, pues es que la situación misma nos lleva a revisar nuestros conceptos como temas. La operación por la que reconocemos este cambio y nos planteamos la discusión de los conceptos es la tematización.
Veamos un ejemplo sencillo, a partir de una película muy popular: Si un padre y su hijo, ambos bien seguros de sus conceptos de paternidad, autonomía y responsabilidad, ven juntos la película animada Buscando a Nemo, es claro que a la salida de la función podrían conversar largo y tendido de cómo es que esos conceptos que tenían se han visto cuestionados o, más bien, cómo es que ellos mismos, como espectadores, han reconocido en cuestión su mundo a partir de la falla o la necesidad de reacomodo de dichos conceptos. Si ambos estaban de acuerdo, para ser más precisos en este supuesto, en que ser un buen padre consiste en proteger a sus hijos, con mucha mayor cautela si son discapacitados, tratando de adaptar el mundo a ellos para hacerles la vida un poco más sencilla, pues la película se encargará de despedazar dichas ideas. En efecto, el padre de Nemo pretende dejar de ser un modelo de sentido y decide cubrir a su hijo bajo un celo excesivo, hasta impedirle advertir por sí mismo los peligros que implica su exploración, así como la necesidad de conocerse a sí mismo y superar sus limitaciones a través de medios propios y con la ayuda de los demás. Nemo escapa, actúa imprudentemente, se mete en un lío enorme y está a punto de morir en más de una ocasión; esto finalmente no ocurre porque su padre, el verdadero protagonista de la aventura, emprende un viaje por salvarlo: uno en el que él mismo se reconstituye como sujeto valiente que, además, reconoce la necesidad de ayuda, de un amparo más allá de la figura femenina que tanto extrañaba desde la muerte de la madre de su hijo.
La capacidad de tematización equivale en buena medida a la de problematización, pero se distingue de esta, que abordaremos más adelante, en que su planteamiento no se realiza a través de formulaciones verbales ni mucho menos preguntas expresas, sino a través de situaciones problemáticas de libre interpretación; es decir, que la tematización se debe a la capacidad de quien atiende y entiende las implicaciones conceptuales de la lectura e interpretación de un texto o de la participación de un contexto. Asimismo, depende de la amplitud de los conceptos que es capaz de poner en juego.
Debido a esto que acabamos de explicar, es posible afirmar que un criterio importante para la valoración de toda obra de arte es su capacidad de abordar una amplia variedad de temas y poner en entredicho hondamente los conceptos conexos y relativos. Una buena novela abordará variedad de temas y cuestionará hondamente respecto de estos. Su vigencia y valor será amplio y perdurable en la medida en que distintas sociedades en distintos tiempos y lugares vean comprometidos los mismos temas a partir de su lectura, comprometido el ejercicio esmerado de su inteligencia. Esto explica que grandes obras maestras sean incomprendidas en su tiempo, pero que luego se conviertan en clásicos. Asimismo, que cuanto más complaciente sea una sociedad, más subjetivista e irracional, menos cabida tengan en ella obras inteligentes, cuestionadoras, a diferencia de las simplemente sugerentes y provocadoras, que proliferan: el ruido del escándalo sin más fondo que la boba apelación a identidades.
La interpretación de la realidad material se presta, asimismo, a ser entendida de forma novedosa, asombrosa, por mentes más potentes, con más saberes.
Los estudiantes, claramente, deben saber reconocer temas en los textos que leen, así como en las situaciones que viven. Reconocer un tema implica la responsabilidad de investigar al respecto, es decir, generar nuevo conocimiento.
Para la operacionalización compleja
Interpretación: Operación intelectiva que consiste en entender, es decir, reconocer el sentido de un texto, a partir del contenido y forma de este, pero también de conocimientos previos del lector y del contexto de su lectura. Dicho de otro modo, la interpretación es una atribución de sentido a un texto, por lo que este efectivamente dice, a nivel literal, inferencial, crítico y metacognitivo, y de acuerdo con el conocimiento y las circunstancias del lector, validadas por un marco institucional. En tal sentido, la interpretación consiste en la incorporación de un texto al mundo del lector.
Ahora bien, en este punto, resulta indispensable recordar y tener claro de qué hablamos cuando hablamos de un texto: Un texto es un material comunicativo, una construcción racional de signos y símbolos, legible (de significado claro a través de un lenguaje) y que es posible referir o citar; es decir, es objeto de intertextualidad. Por lo tanto, cuando hablamos de textos no solo nos referimos a escritos, sino también a audiovisuales, discursos orales, entre otros, siempre que cumplan con las condiciones señaladas en su definición. Esto explica que, de hecho, la interpretación de la realidad se realice no a partir de la realidad misma, imposible de ser abarcada por nuestra inteligencia de una sola vez, ni tan siquiera de muchas, sino a partir de la conversión de parte de esa realidad en un texto: en un material codificado, transmisible, referible y citable.
Por otro lado, para entender a plenitud cómo es que se da la interpretación, debemos aclarar qué es una situación y qué, un contexto. Una situación es una condición determinada, limitada, definida, por el tiempo y el espacio; dicho de otro modo, es la delimitación de algo en un momento y lugar determinados. Así, nos situamos en un momento de la historia y en un lugar de la Tierra; la situación de alguien se refiere a dónde se halla y en qué momento. Por su parte, el contexto depende del conjunto de textos en torno, los que determinan las coordenadas de nuestra situación; dicho de otro modo, el contexto se configura por el conjunto de noticias, datos históricos, temas reconocidos, obras de arte y conceptos asumidos institucionalmente en juego, etcétera, propios del tiempo y lugar en que nos hallamos o se halla el objeto contextualizado. Por lo tanto, contextualizar (otra operación intelectiva, así como lo es también situar) consiste en dar cuenta de los textos propios de una situación, con lo que esta se nos aclara y cobra consistencia material para abordarla también como texto.
Por lo dicho, vemos que la interpretación, si bien se explica a nivel básico de forma sencilla, pone en juego un conjunto amplio de definiciones y conceptos, cuyo desconocimiento supone una atroz desventaja. Y esto vale la pena subrayarlo, porque los estudiantes debieran ir a la escuela precisamente a aprender de estas operaciones y para aplicarlas. Si ellos no entienden lo aquí sintetizado, se enfrentan al mundo disminuidos.
Problematización: Operación intelectiva que consiste en interpretar una situación determinada de forma tal que se preste a una resolución, es decir, a su transformación en una situación nueva, ello de acuerdo con criterios prestablecidos. Dicho de otro modo, la problematización consiste en una articulación racional de elementos constitutivos de una situación previa para superarla. La problematización es, por lo tanto, una operación textual: se elabora a partir de elementos materiales textuales, en tanto y cuanto, son representaciones abstractas, teóricas de la realidad material, de la práctica concreta.
Lo dicho implica que a menudo se yerre llamando problema a algo que es en realidad una situación problemática, es decir, una a partir de la cual es posible plantear uno o varios problemas, pero que no constituye un problema en sí misma; de hecho, ni siquiera es un planteamiento ni se compone de enunciados.
Los problemas son productos del ejercicio de la inteligencia, de nuestra operación intelectiva sobre materiales; son, en definitiva, formulaciones, articulaciones de lenguaje: textos cuya condición es que sean resolubles. Si un supuesto problema no es tal, es en realidad una situación más, una que probablemente contenga en sí misma diversas situaciones problemáticas, o quizá forme parte de otras situaciones mayores, efectivamente problemáticas.
La capacidad de un estudiante de reconocer situaciones problemáticas y de plantear problemas, en suma, de problematizar, es directamente proporcional a su capacidad de generar posibilidades de superación de situaciones actuales, de plantear posibilidades de mejora para su situación y la de su comunidad.
Resolución: Operación intelectiva que consiste en la transformación de una situación y sus circunstancias en una nueva que no permite la misma problematización anterior. Dicho de otro modo, resolver una situación consiste en transformarla en una nueva y distinta, en la que los problemas antes planteados no tienen cabida del mismo modo. Esto implica, también, que toda resolución implica la generación de nuevas situaciones en potencia problemáticas.
Para la operación directa compleja y la generación de nuevo conocimiento:
[Antes de empezar con las operaciones de este conjunto, es indispensable que recordemos qué es razonar y, a partir de ello, entendamos claramente qué son los criterios y para qué sirven. Todas las operaciones que explicamos a continuación se basan en la aplicación ordenada de criterios sobre contenidos conceptuales.
Razonar consiste, por decirlo en términos simples, en abordar la realidad y operar en ella racionalmente, vale decir por raciones. Los criterios son normas, pautas y/o estipulaciones que empleamos para abordar la realidad precisamente por raciones. Son, por tanto, consideraciones racionales de las que nos servimos para operar en la realidad; gracias a nuestra capacidad de plantear criterios podemos entenderla y comprenderla en buena medida. En efecto, es a través de la aplicación de criterios que hacemos de la materia lo que es: material con el cual es posible operar, tanto a nivel corpóreo como sensible psicológico y racional.
Nuestra capacidad de plantear criterios nos distingue cuantitativamente de otras especies; la de hacerlo a altos niveles de abstracción, en el plano de las instituciones, nos distingue cualitativamente de todas ellas. En tal sentido, es posible afirmar que más precisamente que Homo Sapiens u Homo Faber, además de Zoon Politikón, según decía Aristóteles, somos Homo Institutionalis.
Es de advertir que la aplicación de operaciones intelectivas exige conocimientos básicos, se da por y con ellos: los llamados contenidos conceptuales. Estos deben ser los más posibles, desarrollados además en profundidad suficiente para garantizar que el ejercicio de la razón les permita a los estudiantes operar en la realidad para gestionar nuevos aprendizajes por sí mismos con el menor riesgo posible de desbarro.]
Descripción: Operación intelectiva que consiste en señalar las características de algo (una cosa, hecho o un suceso) ordenados con base en criterios.
Esta operación, en apariencia muy sencilla, requiere seguir una serie de pasos simples, sí, pero en estricto orden. Helos aquí:
- Planteamiento de criterios. —En una lista: qué criterios aplicaremos, cuáles son los pertinentes.
- Ordenamiento de los criterios. —Para su aplicación, partiendo, como en el caso de la definición, de aquellos que permiten reconocer lo que describimos como parte de una categoría o un género próximo, es decir, como parte de conjuntos mayores, para pasar luego, gradualmente, a los criterios que nos permiten diferenciar eso que describimos de otras cosas, hechos o sucesos que puedan pertenecer a los mismos conjuntos. Así, el orden para los criterios debe ser de los que se refieren a características más generales a los de las más específicas.
- Aplicación de los criterios. —Enunciándolos y señalando el resultado de su aplicación; es decir, qué características revelan de eso que describimos.
Análisis: Operación intelectiva que consiste en la división y revisión minuciosa de algo en sus partes componentes, siempre en atención del modo en que estas funcionan, precisamente para hacerlo lo que es, distinto de otras cosas, hechos o sucesos. En otros términos, consiste en la aplicación de criterios para la división, observación, reconocimiento, identificación, descripción y revisión de las partes de una totalidad como tal, en atención de la función que tiene, de lo que lo hace reconocible como material de nuestro análisis, diferente de otros.
Ahora bien, aclaramos que aquí, al referirnos a funcionalidad, no apuntamos a que las cosas, hechos o sucesos deban siempre funcionar ni a que sean necesariamente útiles, si no a que las reconocemos de modo tal porque las operaciones que se les aplican permiten diferenciarlas, entender su constitución y funcionamiento, el modo en que se definen y la forma en que existen a través del tiempo, como causa, elemento o derivación de diversos fenómenos.
El término análisis proviene de griego ἀνάλυσις, compuesto del prefijo ἀνά, es decir, ana, que quiere decir de abajo a arriba, por entero, y de vuelta, en sentido contrario: de nuevo.
Del mismo modo que la descripción, el análisis requiere seguir una serie de pasos, que son:
- Planteamiento de criterios. —Igual que en el caso de la descripción, pero con mayor atención a la función constitutiva del objeto de descripción.
- Ordenamiento de los criterios. —Igual que en el caso de la descripción, mas atendiendo especialmente a la funcionalidad de su aplicación, correspondiente a la funcionalidad del objeto en sí mismo, al orden lógico en que han de aplicarse para reconocer el sentido de los procesos que entraña su funcionamiento.
- Aplicación de los criterios. —Igual que en el caso de la descripción.
- Recomposición. —Que consiste en la restitución del objeto de análisis a su integridad original, con lo que se verifica el acierto de las operaciones del análisis. Y es que el grado de acierto se deriva de la corrección lógica de su explicación de la constitución y/o funcionamiento del objeto como tal, así como de su capacidad de previsión de ciertos resultados de su funcionamiento.
Algunos simples ejemplos nos permitirán entender mucho mejor a qué nos referimos con análisis y cómo es que esta operación se desarrolla correctamente. Debemos subrayar, antes, sin embargo, que es imposible plantear ningún análisis sin contenidos conceptuales; es decir, sin conocimientos que permitan abordar la función de cada objeto de análisis. Analizar implica contar con conocimientos que permitan saber, en principio qué se analiza.
Veamos:
- Digamos que acudimos a un laboratorio clínico para hacernos unos análisis de sangre. Lo que los especialistas harán con nuestra muestra será separarla en componentes, someter estos a distintos procesos, aplicarles reactivos y verificar, de ese modo, cómo funcionan en tanto elementos de la sangre humana, con las funciones que esta cumple en nuestro organismo.
- Podemos reconocer que lo que hacen dos reputados periodistas en un set de televisión al revisar juntos, comentando y discutiendo la actuación de uno y otro equipo rival en un partido de fútbol, constituye más o menos un análisis. En este caso, dependerá de la pertinencia de los criterios que apliquen los periodistas, así como de cómo los ordenen, de cuán correctamente los apliquen y de la forma en que, restablecida la realidad abordada, expliquen bien qué pasó en el encuentro deportivo.
- Supongamos, por último, que vemos por la telenoticias de un enfrentamiento armado en un poblado de la sierra del Perú, con aparente causa en malentendidos entre los nativos del lugar y los trabajadores de una mina recientemente instalada allí. Esta situación puede ser analizada por distintos especialistas cada uno de los cuales propondrá criterios para atender la misma realidad y procurar entenderla y explicarla.
Comparación: Operación intelectiva que consiste en reconocer y señalar las características en común de dos cosas, hechos o sucesos, con base en criterios adecuados al conjunto de ambos. Dicho de otro modo, comparar consiste en hacer pares dos cosas, hechos o sucesos por sus características coincidentes.
Para una buena comparación, hay que aplicar tres pasos, tal cual el caso de la descripción, operación que, por cierto, se ve comprendida en esta. De modo que la comparación requiere:
- Establecer criterios aplicables a ambos objetos.
- Ordenar los criterios, del que arroje características menos específicas al que lo haga más.
- Aplicar los criterios a uno y otro objeto, subrayando la coincidencia que se da entre ellos.
Contraste: Operación intelectiva que consiste en reconocer y señalar las características distintas, impares de dos cosas, hechos o sucesos, con base en criterios adecuados al conjunto de ambos. Dicho de otro modo, comparar consiste en reconocer las diferencias de dos cosas, hechos o sucesos a partir de criterios aplicados en común.
Para un buen contraste, hay que aplicar tres pasos, tal como en el caso de la descripción y de la comparación. En este caso, también la descripción se ve comprendida. Los pasos, entonces, son:
- Establecer criterios aplicables a ambos objetos.
- Ordenar los criterios, del que arroja características menos específicas al que lo hace más.
- Aplicar los criterios a uno y otro objeto, subrayando las diferencias que se dan entre ellos.
Análisis, comparación y contraste (también conocido como análisis comparativo): Operación intelectiva compleja que consiste en realizar un análisis de dos distintos objetos aplicando a uno y a otros criterios adecuados a su conjunto, de los que se extraen tanto semejanzas como diferencias. La forma apropiada de realizar esta operación implica seguir los siguientes pasos:
- Planteamiento de criterios. —Que deben ser adecuados al conjunto de objetos de análisis comparativo, de acuerdo con los contenidos conceptuales conexos y relacionados.
- Ordenamiento de los criterios. —Partiendo de los que se desprenden características menos específicas a los que arrojan las más específicas.
- Aplicación de los criterios. —En el orden determinado, primero a uno y luego al otro objeto de análisis comparativo, indistintamente de si el resultado deriva en semejanzas o diferencias.
- Conclusión. —Una vez aplicados todos los criterios, es necesario determinar si los objetos son más parecidos que distintos o viceversa; asimismo, si hay patrones y otras razones que determinen los casos de semejanza y/o diferencia.
Veamos, a propósito, un ejemplo sencillo para ilustrar brevemente el modo en que se realiza esta operación intelectiva:
Supongamos que tenemos ante nosotros dos bicicletas en oferta, una de montaña y otra de carreras en pista, y necesitamos comprar una de las dos para transportarnos con ella, ida y vuelta, a diario, de casa al trabajo. Nuestro centro de labores queda a seis kilómetros de distancia, monte abajo, por un camino asfaltado, pero bastante deteriorado por el inclemente clima de la región.
Analizaremos, compararemos y contrastaremos las dos opciones de compra, eso sí, con apenas unos pocos criterios.
- Primero: Planteamos cuatro criterios, suponiendo que los diseños son igualmente de nuestro gusto, y que lo demás, pues francamente nos da lo mismo: Precio, resistencia y durabilidad, comodidad, según nuestra destreza, y adecuación al tipo de camino.
- Segundo: Ordenamos los criterios y los disponemos así: a) Resistencia y durabilidad; b) comodidad, dada nuestra práctica deportiva; c) adecuación al tipo de camino; y d) precio.
- Tercero: Vemos que, en cuanto a la resistencia y durabilidad, ambas bicicletas son de titanio, pero la de montaña, cuyo marco y piezas suman más masa, cuenta con un sistema de suspensión en su rueda frontal, que disminuye el impacto de los golpes del camino en su estructura; entretanto, la de carreras en pista, que es más ligera y no cuenta con sistema alguno de suspensión, es más firme en sus junturas y su sistema mecánico es más compacto; debido a ello, vibra más con menos baches, lo que puede comprometer su resistencia a largo plazo. En cuanto a lo cómodas, resulta que ambas bicicletas lo son bastante; aunque el asiento de la de carreras sea más estrecho, la posición de conducción en ella compensa este detalle, superando levemente a la que nos fuerza la bicicleta de montaña. Dado que no somos ciclistas expertos ni grandes aficionados a las carreras, requerimos una máquina que nos alivie el esfuerzo en cuanto sea posible, y esto lo hace principalmente la bicicleta de montaña de nuestro ejemplo, con su estupendo juego de cambios de velocidades, mucho mayor que el de la de carreras. En cuanto a la adecuación al tipo de camino, vemos que, aunque recorreremos una vía asfaltada, esta se encuentra bastante dañada; además, si bien parte del camino lo haremos en descenso, el retorno requiere un trabajo de cambios de marchas más minucioso para vencer la cuesta. Finalmente, las llantas gruesas de la bicicleta de montaña nos garantizan más agarre y estabilidad en la vía, en caso de lluvias y polvaredas, típicas aquí. Por último, el asunto del precio: Tenemos que, aunque la bicicleta de montaña es más cara que la de carrera, lo es por muy poco.
- Cuarto: En conclusión, es claro las prestaciones de ambos vehículos son buenas, pero cada cual específicamente en lo suyo: para dos tipos de rutas diferentes. Siendo que usaremos a diario la bicicleta a través de una ruta en mal estado, con cuestas y descensos un tanto difíciles, priorizaremos el criterio de adaptación al tipo de camino, que, a juego con el resto de nuestro análisis, da por resuelta nuestra elección.
Ahora bien, es de notar que las conclusiones de un análisis comparativo, lo mismo que de todo análisis por sí solo, la comparación y el contraste, dependen de los criterios puestos en juego. Lejos de meros relativismos, esto implica una racionalidad bien dispuesta a la discusión.
Argumentación: Operación intelectiva que consiste en plantear, respecto de una tesis o idea a demostrar, a) una afirmación de respaldo o rechazo, acompañada de b) su explicación causal y c) su evidencia, la cual es siempre una referencia intertextual. En términos más simples, argumentar consisten en exponer una razón que sustenta una posición (favorable o contraria a una proposición previa), explicar su porqué con férreo apoyo en referencias a textos validados que, a su vez, validan, por el razonamiento que demuestran, por los datos que aportan y/o las ideas que sugieren, la exposición íntegra. Si a un supuesto argumento le falta uno solo de sus tres componentes, pues no es tal. No es posible afirmar una razón sin explicar su porqué ni validarlo sin referencias textuales previas, pares o equivalentes. Los estudiantes deben tener esto en cuenta para toda fundamentación, como se suele llamar más comúnmente a su argumentación.
Por ejemplo, si alguien desea dar un argumento en favor de que el candidato XY sea electo presidente del Comité N, podría decir —asumiendo al caso, que todo sea cierto— que es el más competente de los candidatos para cumplir con la función de líder del Comité (afirmación), porque ha demostrado en cargos previos, y antes, aún, a lo largo de toda su carrera en labores administrativas, que sabe tomar decisiones apropiadas en momentos oportunos, inclusive bajo presión, y siempre en favor de su comunidad, como un líder nato (explicación causal), lo que consta a todo mundo en los informes de resultados de sus gestiones como delegado de las comisiones A, B y C, como secretario de este mismo comité y como responsable de procesos disciplinarios, publicados todos en la página oficial de la institución.
Comentario: Operación intelectiva que consiste en señalar un juicio de valor acompañado de su causa inmediata. Podemos explicarlo mucho mejor distinguiéndolo, de paso, de expresiones del gusto personal, es decir, de opiniones. Sirva para ilustrar el asunto, la configuración de ciertas redes sociales, que recogen así información relevante respecto de sus usuarios. A una foto de Facebook uno puede darle «Me gusta», «No me gusta» u otra de las opciones a disposición. Esta elección, como se ve, no requiere explicación alguna. He aquí, propiamente, el gusto, el juicio de valor por preferencia plenamente subjetiva. En efecto, los juicios no se discuten; se los puede explicar, pero no contrastar racionalmente. Se los atiende, apenas. Se trata de opiniones. En la misma red social, uno puede escribir, debajo de la foto, un comentario en el casillero correspondiente. ¿Y qué dijimos que es un comentario? Un juicio de valor seguido de un motivo, no necesariamente racional, el que a menudo se devela a través de una simple descripción. Verbigracia, leemos «Qué bonito», con lo que alguien señala la causa por la que a una foto le dio «Me encanta».
Los comentarios pueden ser del todo subjetivos; cada quien puede comentar lo que quiera, y al hacerlo, comparte los motivos de su juicio de valor, pero no los ofrece a crítica, y más adelante se verá claramente por qué. Los comentarios contienen mucha, mucha información más allá de la racionalidad del usuario; constituyen data útil para quien sabe mucho más que comentar y, por supuesto, que opinar, que esto lo hace quien sea y sin mérito alguno.
Crítica: Operación intelectiva que consiste en exponer un sistema de ideas, definiciones y conceptos, conocimiento en construcción permanente, aplicándolo a un determinado objeto para emitir respecto de este, un juicio de valor, el que así se sustenta. Dicho de otro modo, criticar consiste en poner a prueba todo un sistema de operaciones y de ideas sobre la base de conocimientos reales, en su aplicación directa a un objeto de crítica, respecto del que el juicio al que se llega constituye su demostración. Así, criticar implica ofrecer a nueva crítica no solo el juicio de valor, si no el mismo sistema cuyos criterios se han aplicado para llegar a él.
El término crítica proviene del vocablo griego kritikos (κριτικός), que refiere al sujeto que realiza un juicio de valor, y deriva del verbo krinein (κρινειν), que significa ‘separar, dividir, decidir’, presente en las palabras «criba» y «criterio».
La crítica, en suma, es producto de una dialéctica. Siguiendo al filósofo español Gustavo Bueno, tenemos por dialéctica al enfrentamiento de una idea contra otra, puestas ambas en relación a través de una tercera idea, correlativa; de manera que la crítica consiste en la exposición del sistema dialéctico operante. Nada más lejos de la mera opinión… Y esto explica que hacer crítica de veras sea siempre impopular.
Discusión: Operación intelectiva que consiste en enfrentar con argumentos la validez, total o parcial, de una idea, tesis u otro tipo de planteamiento racional. La discusión implica, como es lógico, la aplicación de varias otras operaciones intelectivas, así como evitar incurrir en falacias.
Examinación: Operación intelectiva que consiste en la aplicación de otras operaciones, dispuestas con base en criterios específicos, para determinar el comportamiento y/o el grado de efectividad de partes aisladas de una cosa, hecho o suceso, a menudo procesos, sometidos a situaciones hipotéticas o a estímulos específicos.
Evaluación: Operación intelectiva que consiste en la aplicación de otras operaciones, dispuestas con base en criterios específicos, para comprobar el desarrollo de un proceso, su grado de efectividad o si el proceso en sí mismo se completa o no, y, por tanto, verificar si cumple o no su propósito o función, y cómo lo hace. Es claro que el nivel de certeza de todo tipo de evaluación depende fundamentalmente de los criterios empleados en ella, así como de la precisión de su medición y de su correcta aplicación.
Exploración: Operación intelectiva que consiste en la aplicación de diversas otras operaciones, con base en conocimientos previos, pero en escenarios reales o hipotéticos distintos de los de evaluación, que constituyen situaciones nuevas en sí mismas, imprevistas total o parcialmente.
Para entender bien en qué consiste la exploración, basta con pensar en qué hace un explorador campestre: sale de su campamento, debidamente equipado, y se interna en territorios desconocidos a partir de ciertos cálculos previos y de cuanto ha sido capaz de prever hasta el momento, a fin de ampliar su campo de conocimiento en un nuevo entorno.
Indagación: Operación intelectiva que consiste en obtener información adecuada para ampliar el marco de conocimiento que se tiene sobre un tema. Indagar implica, por tanto, una serie de pasos:
- Plantear criterios para la búsqueda de la información.
- Buscar la información.
- Encontrar la información.
- Seleccionar la información encontrada pertinente y ordenarla con base en criterios de prioridad, orden lógico y funcionalidad.
- Disponer de la información seleccionada en textos ordenados con registro de su origen y validez, es decir, con probidad académica.
Investigación: Operación intelectiva que consiste en la generación de nuevo conocimiento respecto de uno o varios temas, a partir de conocimientos previos conexos y relacionados, por medio de un proceso complejo cuyos pasos fundamentales son:
- Problematización. —Que pasa por el planteamiento de la pregunta de investigación o el planteamiento de problema. Estos se dan desde fórmulas comunes (sin las cuales no es posible proponer ninguna investigación):
- En qué medida…
- De qué manera…
- Analiza, compara y contrasta…
- Discute…
- Evalúa…
- Explora…
- Planteamiento de la tesis (proposición a ser demostrada) o de la hipótesis (probable resultado, con base en razonamientos previos). Tanto las tesis como las hipótesis se corresponden con las fórmulas de las preguntas de investigación o planteamiento. Así, por ejemplo, se corresponderían con las anteriormente formuladas:
- En considerable medida, escasamente, mucho, etc.
- De forma directa, de modo errado, circunstancialmente, etc.
- Guardan más parecido que diferencia, resultan equivalentes, etc.
- El planteamiento de la idea (…) es errado, acusa errores tales como (…), etc.
- Conforme a los criterios aplicados, resulta positivo, arroja resultados negativos; es, en promedio (…), etc.
- Es posible generar (…), Resulta probable que (…), etc.
- Indagación.
- Elaboración del marco teórico. —Con base en la indagación.
- Experimentación y/o aplicación de las operaciones intelectivas correspondientes.
- Análisis y discusión.
- Planteamiento de conclusiones.
- Determinación de implicaciones de los resultados de la investigación en sí misma.
En fin, ya dijimos que hay bastante más aún…, pero con lo dicho tenemos algo de armamento y podemos continuar a buen paso.
Manos a la obra…