Para hablar de arte, la obra ha de ser elocuente por sí misma, cuestionar sin necesidad de más señas que las justas para su adecuada contextualización. De este modo, autor y receptor se comunican a través de la obra, dentro un marco institucional, el mismo que es, total o parcialmente, objetado.
Aquí, el ideal de paisaje apacible a juego con el concepto de hogar, acaba en doliente paradoja. Geometría, color y texturas traicionan con provocadora vitalidad el ímpetu soñador, el idealismo pacifista. La idea misma de una armonía permanente encalla, aquí, en brillante locura.
Pero la obra de Jhonathan Quezada Lira (Perú), no se limita a estos tópicos.
Las imágenes a continuación corresponden a parte de una muestra suya expuesta en Bruselas, Bélgica hace un par de años. Las cuestiones que plantean, sin embargo, vuelven irrelevante el calendario.