Desborde: Aproximación a la obra de Jakob Scheidt

Inquietante. Adjetivo fácil, si se lo usa, como muchos otros, para llamar la atención sobre una obra que quizá no la merezca. Cuando, por el contrario, su uso responde a la fuerza conque la obra lo insta a uno a salir del punto en que, debido a la potencia expresiva de su técnica, parece atrapado, entonces nos advierte: el material no sólo requiere atención, sino auténtico cuidado.

Se trata de una suerte de confrontación, pero múltiple. Y es que toda obra inquietante lo es porque dificulta su abordaje desde un único flanco. Pronto, dan contra el elegido en principio, multitud de dudas, correspondientes a múltiples cuestiones que exigen, como aquél, que se les haga frente: respuestas, respuestas…

He aquí, acaso, más allá de la variedad interpretativa a la que se presta el trabajo pictórico de Jakob Scheidt, cierta clave. El artista reta a darle cara al monstruo informe de la tortura idealista: todo culpa y decepción. Las expectativas rebosantes de carga dilatada, en decenas de miradas; el peso de la carne y, en general, la materia, sobre la ligereza del afán de comprenderlo todo.

Jakob Scheidt interpela, primero, desde la oscuridad de las expectativas que evoca el ideal infantil, para luego hacerlo desde la visceralidad conque la realidad tritura la supuesta lucidez adquirida con los años (más ideales, más sofisticados).

En todo caso, vale la pena. Por donde empiece uno. Salir indemne no figura como opción, ni siquiera —y ni mucho menos— en la huida apresurada.

 

(Las imágenes fueron obtenidas de su página en Internet. Aquí, el enlace: Jakob Scheidt)