Parafraseando a Chéjov: Para provocar un verdadero cambio en el hombre hay que exponerlo tal cual es. Así se lo enfrenta consigo mismo, se lo cuestiona. Pero todo ello redunda en apelación a la razón. ¿Cómo, si no, cuestionar? La misma categoría: mente, implica límites. El término «naturaleza», por otra parte, se desborda al uso. ¿Cuál de todas las visiones posibles exponer? Es más, ¿las de qué plano o dimensión del hombre cabría suponer netamente naturales?
Existen, felizmente, distintas representaciones y, desde luego, distintos lenguajes.
Nuestra mente crea collages de pensamientos y patrones como en un sueño. Si examinamos nuestros pensamientos podemos ver que son piezas fragmentadas, vacías de solidez.
Mi piso de estudio está cubierto de una amplia tapicería de papel pintado, rasgado, envejecido y, con frecuencia, pisado por días, incluso meses. Esto favorece al proceso de creación dándole vida con espontaneidad e impredictibilidad.
He descubierto una terrenal, manual y escabrosa forma de trabajar, empleando piezas maduras, arrancadas de otro conjunto, incorporadas luego, cuidadosamente, en otro, como dibujos y pinturas originales.